Notas de prensa

DO BULLAS, EL CONTRAPUNTO VERDE A UNA TIERRA ÁRIDA

La DO Bullas consiguió nacer, tras grandes esfuerzos e intentos administrativos, en 1994 y hoy, 26 años después, ha vivido un crecimiento importante. En ella podemos encontrar doce bodegas: Bodega Carrascalejo, Bodegas Carreño, Bodegas Contreras, Bodegas del Rosario, Bodega San Isidro, Bodegas Hydria, Bodega Balcona, Bodega Tercia de Ulea, Bodegas Lavia, Bodegas Llano & Monte, Bodega Monastrell y Bodegas Tarbal Food. Junto a ellas encontramos en torno a 300 viticultores, cuya gran mayoría ha convivido con la viña y la producción de vino en el ámbito familiar.

 

Dentro de esta gran tradición vinícola existente en la zona hay que hacer hincapié en el ingrediente principal, la uva. Aquí es donde tiene un papel protagonista la variedad Monastrell. Autóctona en la tierra, lo que hace que sea, con diferencia, la más empleada en esta denominación de origen. Su nombre procede del latín Monasteriellu-Monasteriell, que se podría asociar con las cepas de los monasterios. Se trata de una uva pequeña, de perfil esférico y sección transversal. Con una piel muy oscura y gruesa, con la pulpa carnosa, blanda y con poca cantidad de taninos. Se trata de una variedad muy resistente, capaz de aguantar a la perfección tanto la sequía, como las heladas. De ella nacen vinos de color intenso y muy aromáticos.

 

Hay que resaltar que la uva Monastrell en la DO Bullas se comporta de manera diferente a la de otras zonas. Esto se debe a la altitud y a la presencia de las zonas boscosas que se sitúan alrededor de los viñedos, protegiendo a las cepas de los vientos cálidos del sur. La calidad del producto se debe, también, al elevado porcentaje existente de viñas de entre 35 y 70 años. Estos vetustos viñedos se caracterizan por una productividad baja, pero de una calidad excelsa.

 

Y es que en la DO Bullas todo gira en torno a un viñedo milenario que ha forjado el comportamiento económico y social de este territorio y ha configurado una cultura en torno a la elaboración del vino, todavía hoy arraigada a sus gentes.

 

En los territorios que comprende la DO Bullas destaca una topografía accidentada, con una altitud ascendente de sur a norte, con suelos muy diferentes tanto en profundidad, como en textura. Existen valles con suelos pardo-calizos, con costra caliza sobre las laderas. Suelen ser suelos pobres en materia orgánica, aluviales en los centros de los valles, donde se puede encontrar sílex. 

 

El clima mediterráneo se ve afectado por la orografía de la zona que le aporta connotaciones continentales. Con inviernos cortos pero rigurosos, con algunos episodios de nieve, y con veranos muy calurosos por el día y con un refrescamiento nocturno derivado de los vientos repentinos de las zonas montañosas que sirven como factor de influencia positiva sobre las uvas. La generación de microclimas determinados por factores como la topografía, las diferencias térmicas entre el día y la noche y la humedad, hacen que la Monastrell, variedad reina de esta DO, crezca cómoda y ofreciendo su mayor expresión, al amparo de estas montañas. La maduración de las uvas es más lenta bajo estas condiciones, así la Monastrell se presenta con un perfil de fruta más ácida que origina vinos más frescos.

 

 

Los montes que rodean la zona de producción de la DO Bullas se encuentran bajo el amparo de figuras de protección de la naturaleza RED NATURA 2000. Junto a la belleza paisajística de este entorno se establecen unas condiciones naturales que hacen que los viñedos de la DO Bullas crezcan en ambientes puros. Ante esta situación, los viticultores encuentran viñas sanas que no requieren de estrictos tratamientos, lo que contribuye a la preservación de la naturaleza y del entorno. 

 

Para gran parte de viticultores y bodegas, sin duda esta conservación de la naturaleza es una filosofía de trabajo, y se apuesta por el cultivo ecológico con el fin de encontrar el equilibro ideal entre los recursos naturales y la producción de las viñas. 

 

Esta denominación de origen se diferencia de las otras dos de la Región de Murcia, principalmente, por sus paisajes peculiares. Un territorio donde existe una gran diversidad, con valles repletos de pinares altos y con un clima idílico para el cultivo de las vides.

 

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